Hace
algunos días me enfrasqué en un debate digital en uno de los grupos de debate
de LinkedIn en los que estoy dada de alta. Naturalmente, no me di cuenta hasta
que fue demasiado tarde de que la persona al otro lado del hilo de la
conversación era un fanático anti-Microsoft, anti-apple y pro-software libre. Y
es que no hay nada peor que un iluminado que ha descubierto la luz eléctrica y
no se percata de que también las bombillas parpadean y se funden.
Pero
no me malinterpretéis, yo soy defensora de la filosofía del código abierto y
los entornos colaborativos en todos los ámbitos, pero también soy una persona
práctica o, al menos, me gusta considerarme así. El caso es que, sea por
estudios o trabajo, llevo años vinculada en distintos niveles al mundo de la
informática y, como siempre digo, no me gusta casarme con ninguna herramienta,
sino que procuro, en la medida de lo posible, usar la herramienta más adecuada
en cada caso. De esto ya he hablado en otras ocasiones y para ello os hago
referencia más abajo a los artículos que en su día publiqué a este respecto en
“La calle de todos” –prensa escrita- y “El librepensador” –prensa digital-, por
lo que no considero que deba repetirme.
El
otro día acabé por dejar por imposible al fanático de turno porque me demostró
dos cosas que llevó predicando yo mucho tiempo. La primera, que no es cierto
eso que dicen de que en el mundo de los ciegos el tuerto sea el rey. Si un
ciego no quiere creer que exista el sentido de la vista es imposible hacérselo
comprender. En segundo lugar, que no hay nada peor que un fanatismo basado en
premisas falsas. “Yo uso Ubuntu y no uso antivirus porque no tengo problemas de
virus porque los virus solo atacan a los Windows y los Macintosh”.
Muy bien
pequeños “padawan” del software libre. Primera lección que tenéis que aprender.
No se llama software libre sino “código abierto” y su filosofía principal no es
que todo el mundo tenga aplicaciones gratis sino que los programadores
dispongan libremente de los códigos que otros ya han ideado y que funcionan,
para no tener que andar perdiendo el tiempo en reinventar la rueda cada vez que
quieran hacer algo que alguien registró con código propietario y les resulte
demasiado caro de adquirir.
Segunda
lección: Los virus y los gusanos los idean personas con ganas que puñetear,
pero los troyanos y el Spyware los promueven personas con mucho interés por el
mundo de lo ajeno y por ajeno me refiero a nuestras cuentas bancarias, nuestros
datos personales... si un pescador quiere pescar ¿dónde va? Pues al banco de
peces más grande que haya. ¿Cual es el sistema operativo más difundido del
mundo? Windows. A esto hay que añadir que todos navegamos por la misma red y
que utilizamos sistemas operativos no solo en el ordenador, sino también en los
móviles, en las tabletas... para lo cual usamos navegadores que nos muestran
páginas elaboradas con los mismos lenguajes interpretados por estos
navegadores. Lenguajes “script” que en ocasiones pueden aprovechar las
vulnerabilidades de los distintos navegadores para hacerse con toda la
información personal de nuestros equipos. Esto afecta tanto a los clásicos
sistemas comerciales como a los nuevos sistemas de código abierto. Lo mismo
sucede respecto a los navegadores. Por
lo tanto, mis “pequeños saltamontes” del software libre, a veces las personas
no saben que tienen una enfermedad hasta que no van al médico, lo mismo pasa
con los troyanos y el Spyware, que uno no los detecta hasta que ya no tiene
remedio y que la probabilidad de que te ataquen en un sistema Linux,
actualmente, sea inferior no significa que no exista peligro. Internet es el
banco de peces más grande del mundo y hay muchos pescadores echando las redes
en él.
Tercera
lección: Si no hay una empresa detrás, las personas que lo elaboran no tienen
un aliciente económico que sustente su trabajo. Parece una tontería pero todos
somos altruistas hasta un límite y ese límite es como esté nuestra cuenta
bancaria a final de mes. Por muy bonito que sea trabajar gratis, si puedes comer
de lo que haces es mucho mejor. La mayoría de la gente que usa software libre,
no lo hace por lo maravilloso que es compartir el código, lo hace porque le
sale gratis. Mientras se lo den gratis les da lo mismo que detrás esté Sun
Microsystems que Perico Pérez. Sun puede permitirse el lujo de dar soporte a
proyectos de código abierto como “Open office” porque tiene otros productos más
profesionales por los que cobra licencias comerciales de uso.
Llegados
a este punto, algunos me diréis “es que estas herramientas no son para uso
profesional”. Y aquí es cuando yo tengo que tener cuidado y no caerme de la
risa de la silla.
Y es
que es cierto que la idea original es que el público en general no tenga que
pagar por las funcionalidades más básicas que en un momento dado pueda
necesitar. Un buen ejemplo de esto sería el GIMP, motivo de la discusión que
otro día mantuve en la red.
Últimamente,
especialmente debido a la crisis económica, todo empresario o profesional busca
la manera de ahorrarse dinero y se está haciendo mucho hincapié en el uso del
“Software Libre” para ahorrar dinero en licencias. Y que no se me malinterprete
de nuevo, estoy de acuerdo en que si la herramienta gratuita o más barata te da
la funcionalidad que necesitas, adelante con ella. Lo que no se puede hacer es
mentir al personal descaradamente y decirles que GIMP sustituye a Adobe
Photoshop.
Muchos
profesionales del diseño gráfico, entre los que me gusta incluirme, están
intentando trabajar con esa herramienta, pero la inmensa mayoría se ha dado
cuenta de que la herramienta de Software libre dista mucho de tener las
capacidades que tiene la de Adobe. Trabajar con capas en GIMP es dolorosísimo y
si se trata de una capa de texto ya ni hablamos. El filtro de “Paso alto” hay
que reproducirlo por medio de otros pasos que hacen que se tarde el doble en
conseguir el resultado deseado y el tiempo en el mundo laboral también es oro.
Si a esto le añadimos que para generar una acción automatizada casi hay que ser
ingeniero informático programador de scripts frente a la sencillez de grabación
de macros de la herramienta de adobe... claro que una herramienta que cuesta
más de mil euros tiene que ser mejor por narices que una que es gratis. Sinceramente, yo le recomiendo a los
diseñadores gráficos que, si quieren ser competitivos, ahorren y se compren, al
menos una licencia. Posiblemente sea la mejor inversión que van a hacer en su
carrera profesional.
Algunos
estarán diciendo ahora mismo que he mentido al comienzo de este artículo porque
considerarán que me he casado con el Adobe Photoshop. Nada más lejos de la
realidad. Si recomiendo esa herramienta a los profesionales es porque la
considero, a día de hoy, la mejor opción. Si uno quiere hacer el chorras en
casa con las fotos del móvil, que use la herramienta más económica que
encuentre. Y como le dije el otro día a mi “amigo” de LinkedIn, ¡ojala que GIMP
llegue algún día a ser una herramienta tan buena como PhotoShop y no tengamos
que pagar más de mil euros por una licencia de uso! En fin, que de ilusión también
se vive ¿no?
Aquí os dejo también enlaces a mis artículos anteriores sobre este tema:
Existe un mundo más allá de windows. Descargar de Archivo
¿Porqué Software libre? Descargar de Archivo Ver publicación en "El Librepensador.com"
¿Porqué Software libre? Descargar de Archivo Ver publicación en "El Librepensador.com"
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