jueves, 5 de diciembre de 2013

Cuando el teléfono domina nuestras vidas

Y no os vayáis a pensar que lo digo por eso que se escucha últimamente de la nomofobia (no poder salir de casa sin el móvil) porque aunque tiene relación no es de eso de lo que va mi diatriba de hoy. Precisamente es más bien de lo contrario.

Yo ha veces salgo de casa sin el móvil ¡y me quedo tan ancha! Otra cosa es estar esperando una llamada y saber que el teléfono tiene poca batería o no te funciona bien, en esos casos me preocupa más, especialmente si la llamada que espero es de trabajo o de algún otro tema realmente importante como, por ejemplo, salud, dinero y/o familia y no necesariamente en ese orden. Pero volvamos al tema, que no quiero desviarme con las problemáticas de los móviles, sino con las que todavía nos generan los teléfonos fijos.

La otra tarde estaba yo en una asamblea y mi teléfono móvil estaba en mi bolsillo sin que éste vibrase, sonase o recibiese mensaje de llamada perdida en momento alguno, y es que yo soy poco dependiente del móvil por lo que hago pocas llamadas y solo recibo las justas y necesarias. Sin embargo, fue el teléfono de mi casa el que si sonó. Mi madre, que se encontraba sola en ese momento ya que mi padre se hallaba en la asamblea conmigo puesto que se trataba allí un tema que le concernía más a él que a mi, contestó la llamada. La persona, una mujer, al otro lado preguntó por mi, no se identificó y al saber que yo no me hallaba en casa siendo las 8:00 p.m. preguntó cuando estaría al día siguiente. Mi madre le dijo que no sabía y ella le preguntó que si a las 11:00 a.m. del día siguiente. Mi madre le contestó que si y la mujer le dijo que volvería a llamar a las 11:00 a.m. del día siguiente sin dar pista alguna del origen ni motivo de su llamada. Media hora más tarde llegamos a casa mi padre y yo y fui informada de la llamada en cuestión. Ni que decir tiene que me puse en lo peor y seguramente tenía que ser una llamada importante porque yo no doy el fijo a cualquiera ¿por qué? Porque las únicas llamadas comerciales que yo recibo las recibo en el teléfono móvil gracias a que el fijo de casa sigue a nombre de mis padres. Lo segundo que pensé es que la hora a la que tenía que estar pendiente de la llamada me rompía todos los planes de cosas que tenía previsto hacer esa mañana teniendo que reconfigurar toda mi agenda de la semana. 

Así que casí no pegué ojo pensando quien coño me habría llamado y para que. Afortunadamente esta semana estoy de vacaciones, así que quedarme en casa para esperar una llamada tampoco era un problema, aunque, de haber tenido que trabajar, es obvio que no me hubiera quedado en casa ¡no soy imbécil, lo primero es lo primero!

Llegó la hora en que la "señorita" debía llamar, pero el teléfono no sonó, paso otra hora y el teléfono seguía sin sonar... en fin que no llamó nadie en todo el día. Yo perdí la mañana pero de lo que estoy más segura es de que fuera lo que fuese no sería tan importante o habrían vuelto a llamar ¿no? Solo se me ocurre la posibilidad de que uno de los muchos currículos que he enviado en este último año haya caído sobre la mesa de alguna responsable de RRHH y tuviese un puesto que encajase con mi perfil. Como ahora tengo trabajo y no tengo intención de cambiar, al menos no motu proprio -por iniciativa propia, para los que no sepan latín-, de ser una llamada para ofrecer un trabajo, se agradece pero la hubiera rechazado. Pero esto me lleva a la otra cuestión, la poca vergüenza que tienen este tipo de responsables de decir que te van a llamar pero si localizan a otro candidato y ya no les haces falta no tienen ni la decencia de llamarte para que no estés pendiente de su llamada. Supongo que ese también es el motivo de que no den pista alguna de su llamada, que si luego no te quieren llamar es para que no sepas a quien poner verde por haberte hecho perder una mañana entera ¡y es la imagen de la empresa la que queda tocada!

La otra posibilidad, más remota pero no imposible, es que se tratara de una llamada meramente comercial. Digo que es más improbable por la naturaleza del televendedor, que siempre llama a la hora de comer o entre las 6 y las 8 de la tarde.

Conclusión: Si no queréis joder a los demás, cuando hagáis una llamada ¡identificaos y decid para que es! No cuesta nada y todos viviremos más relajados, felices y no nos entrarán ganas de arrancarle la cabeza al interlocutor de turno cada vez que descolguemos el teléfono. 

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