miércoles, 2 de octubre de 2013

Borricos hay en todas partes y el fin no justifica los medios.

Hoy tenía intención de hablar de otra cosa, pero los recientes acontecimientos hacen que deje que tenía pensado para otra ocasión. 

Hoy ha explotado un artefacto "casero" en la Basílica del Pilar. Con el paso de las horas nos vamos enterando de más cosas, y, posiblemente, saldrá el reclamo de los cobardes que han reavivado la llama del miedo y el terror en una ciudad acostumbrada a que, otros que también justificaban los medios por el fin que perseguían, echaran más leña sobre ese fuego. No hay que olvidar las barbaridades que nuestra ciudad, aunque afortunadamente en pocas ocasiones, ha padecido por este tipo de "justicieros". La bomba de la casa cuartel y los tiros en la nuca a ilustres de nuestra ciudad son recuerdos negros que nos vienen a la mente ahora que a pocos días de nuestra fiesta grande, una que repercute directamente en los beneficios de las empresas de turismo y hostelería -algo muy necesario ahora mismo-, van y atentan contra su figura central.

Que, al parecer, solo haya habido un herido leve, para muchos será que la Virgen del Pilar ha puesto la mano. Para otros será suerte. Lo cierto es que esto va a hacer mucho daño, pero de otro tipo. ¿Es Zaragoza una ciudad segura? Muchos de aquellos que tuvieran en mente venir en los próximos días a disfrutar de nuestras fiestas por primera vez, seguramente se lo preguntarán y estarán decidiendo si no será mejor cancelar el viaje.

Soy de izquierdas, no soy religiosa, pero esto me repatea como a quien más, porque ni toda la izquierda está de acuerdo con este tipo de acciones ni los agnósticos y ateos están por la labor de cargarse templos de la importancia histórica que tiene este nuestro, que recalco, es una buena fuente de ingresos para nuestra ciudad.

Quien haya hecho esto no persigue ayudar a España, lo único que consigue es beneficiar al Partido Popular que no tardará en aprovechar la situación para convertirse en víctima circunstancial y arrastrar simpatías allí donde las estaba perdiendo. ¡No caigáis en la trampa! ¡Esa extrema izquierda de la que se habla no es la izquierda democrática! 

Dicho pues, queda. 

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